Experimentando con la escultura alrededor del año 1996, surgió una forma que me atrapó y marcó el inicio de un trabajo de experimentación basado en la repetición geométrica.

Por esos años no dominaba el ordenador ni programas de edición digital, sólo contaba con mi cámara canon AE-1 analógica.

Por lo tanto me acercaba al laboratorio a pedir que me hicieran dos copias normales y otras dos con el negativo al revés, con lo cual lograba una imagen simétrica formada por cuatro repeticiones en espejo de una misma foto, o parte de ella, según me interesara visualmente el encuadre hecho en la toma fotográfica.

Esta es una técnica ampliamente conocida que descubrí por la necesidad estética de crear simetrías a partir de fotos y sin contar con los medios digitales que unos cuantos años más tarde empezaría a utilizar, abriendo un mundo mayor de posibilidades visuales, pero perdiendo el trabajo artesanal de montar a mano las cuatro imágenes unidas con cinta por la parte trasera, y haciendo uso del cutter como herramienta esencial en la meticulosa tarea manual de ensamblaje y post-producción; dándole a cada obra la categoría de única, aún tratándose de fotografías.

En el mundo de los mandalas me adentré por la inquietud planteada por una amiga que necesitaba tarjetas profesionales para su trabajo en el mundo de las terapias. Le enseñé fotos de agua hechas con esta técnica, ya digitalmente depurada, y escogimos una parte que recortamos circularmente, y de pronto, ante nosotros vimos surgir el primero de una gran serie de mandalas que realizamos por pedido para sus clientes y amigos, basándonos en su signo zodiacal y el elemento que lo rige: fuego, aire, tierra, agua…

Luego a manera de búsqueda artística personal continúe trabajando, sin ya personalizarlos, y realizando algunas exposiciones por la isla, así como vendiéndolos en diversas tiendas de decoración.